EL PODEL DE LA ILUSIÓN – Parte 2

Mis nervios no me dejaban ver que, a pesar de la nevada y el viento, era un gran día para esta familia que nunca habían imaginado esquiar con su hija. Y lo mejor es que yo lo podía hacer posible.

Al grupo se unió otra niña con discapacidad amiga del colegio de Aiora, que no paraba de sonreír y de demostrar su ansiedad y sus ganas de esquiar junto a su amiguita del colegio.

Poder esquiar con Aiora siguiendo a su padre, a su madre, al lado de su amiga Uxue en la otra silla emocionada por compartir juntas algo tan diferente… no tiene precio.

Fueron dos horas muy bonitas, llenas de emoción y alegría por parte de todos, donde no importaba la nieve que caía, el viento ni el frío. Todos teníamos el corazón caliente y las lágrimas muy cerca de congelarse porque querían salir por los ojos.

Fueron dos horas en las que yo me sentí parte de un sueño, el de unos padres que ese día dormirían felices porque su hija había hecho algo con ellos muy diferente a lo que estaba acostumbrada.

Pero si yo me sentí tan feliz y satisfecho, no puedo imaginar lo que sintieron sus padres.

Algunos no lo entenderán. Tampoco es mi intención hacer que lo entiendan. Solo sé que hubo momentos en los que flotábamos sobre la nieve, donde no existía ni el bien ni el mal. Puede que eso sea el sueño de un buen sueño.

Terminamos la jornada y nos juntamos para almorzar.

Solo se veían sonrisas y caras de felicidad. La mía creo que la más feliz de todas. Había hecho un buen trabajo con una gente increíble y haciendo algo que me apasiona.

Todo había salida bien y me sentía tremendamente satisfecho. Pero me quedo con esa mirada que me lanzo Aiora cuando en un momento dije “Tengo que irme” y ella volteó los ojos mirándome fijamente con expresión de agradecimiento.

Seguramente con esa mirada me quiso decir muchas cosas. Yo por lo menos leí en su mirada muchas cosas que no se pueden describir.

Es la magia que Aiora deja allí por donde pasa con su fragilidad, con su tremendo silencio, pero con miradas llenas de verdad y sinceridad.

Después de eso he vuelto a trabajar con ellos, y siempre es lo mismo… La familia con total disponibilidad para hacer lo que sea. Para ellos no hay ningún problema aparente (seguro que el día a día es completamente diferente) Ellos quieren vivir y hacer vivir otras experiencias en familia y valla que si lo consiguen.

Pero esos son argumentos para volver a escribir y contar como han sido esas otras aventuras con esta fantástica familia que me tienen el corazón robado para siempre.

Gracias familia. Siempre os estaré agradecido

El poder de la ilusión - Parte 1

Primera parte del post

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